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La autoridad de la Biblia en la iglesia

Por: Byler, Dionisio.
Editor: Terrassa, Estados Unidos CLIE 1995Descripción: 188.ISBN: 978-1503055629.Tema(s): BIBLIA--AUTORIDAD | BIBLIA - HERMENEUTICAClasificación CDD: 220.13 B993a
Contenidos:
Editado por: Biblioteca Menno
Resumen: En las diferentes tradiciones protestantes o evangélicas, la máxima autoridad para sus doctrinas y su práctica está en la Biblia. Pero ¿cómo funciona esa autoridad? ¿Cómo ejerce autoridad hoy una colección de textos escritos hace miles de años? La única forma de que un texto escrito pueda servir como autoridad para una comunidad de fe, es que haya quien lo lea y lo interprete. La intermediación de lectores e intérpretes autorizados por la comunidad, es indispensable para la propia autoridad del texto. Pero ya antes en el tiempo, tuvo que haber personas a quienes se reconoció autoridad para determinar cuáles textos la comunidad de fe iba a considerar sagrados. Entonces la autoridad de cualquier texto sagrado es inseparable de las personas que lo reconocieron como sagrado y de las personas que hoy lo interpretan. El autor opina que al final, la máxima autoridad para la Iglesia tiene que ser la persona de Jesús. En la propia Biblia es él quien se conoce como «la Palabra».
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Tipo de ítem Ubicación actual Ubicación en estantería Signatura Copia número Estado Fecha de vencimiento Código de barras
Libro Libro Campus IBA
Colección General 220.13 B993a (Navegar estantería) 1995 Disponible IBA8392

Editado por: Biblioteca Menno

En las diferentes tradiciones protestantes o evangélicas, la máxima autoridad para sus doctrinas y su práctica está en la Biblia. Pero ¿cómo funciona esa autoridad? ¿Cómo ejerce autoridad hoy una colección de textos escritos hace miles de años? La única forma de que un texto escrito pueda servir como autoridad para una comunidad de fe, es que haya quien lo lea y lo interprete. La intermediación de lectores e intérpretes autorizados por la comunidad, es indispensable para la propia autoridad del texto. Pero ya antes en el tiempo, tuvo que haber personas a quienes se reconoció autoridad para determinar cuáles textos la comunidad de fe iba a considerar sagrados. Entonces la autoridad de cualquier texto sagrado es inseparable de las personas que lo reconocieron como sagrado y de las personas que hoy lo interpretan. El autor opina que al final, la máxima autoridad para la Iglesia tiene que ser la persona de Jesús. En la propia Biblia es él quien se conoce como «la Palabra».

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